El ascenso de Mohammed bin Salman (MBS), el príncipe heredero de Arabia Saudita, ha sido marcado por su ambición desmedida y sus decisiones audaces desde que su padre, Salman, ascendió al trono en 2015. A los 29 años, MBS mostró su visión radical para el reino, buscando transformar la economía saudita mediante la venta de participaciones en Aramco y promoviendo inversiones en tecnología y empleo femenino. Sin embargo, su camino hacia el poder no estuvo exento de intrigas y controversias, incluyendo rumores de intentos de asesinato contra su tío, el rey Abdalá, para acelerar su ascenso.
Con el paso del tiempo, MBS ha llevado a cabo políticas audaces, incluyendo la intervención militar en Yemen, que ha desencadenado una crisis humanitaria devastadora. Su estilo de liderazgo ha sido caracterizado por decisiones impulsivas y un rechazo a los métodos tradicionales de toma de decisiones en Arabia Saudita. Mientras ha sido elogiado por algunos por reducir la financiación de extremistas y promover reformas internas, también ha sido criticado por su manejo autoritario y violaciones a los derechos humanos, como la represión de la libertad de expresión y el uso de la pena de muerte.
A medida que MBS consolidó su poder, su influencia se extendió más allá de las fronteras sauditas, convirtiéndose en una figura central en la política global. Aunque ha emprendido reformas significativas y modernizadoras en su reino, su gestión ha estado marcada por conflictos y tensiones, tanto internas como externas, que reflejan las complejidades de su liderazgo y las enormes expectativas que enfrenta en su misión de transformar Arabia Saudita.