En Perú, las autoridades han declarado que los ríos Santa y Tablachaca, vitales para más de un millón de personas, ya no son aptos para el consumo humano debido a altos niveles de metales pesados, como hierro, arsénico y manganeso. Este desastre ambiental, que afecta a la región de Áncash, se atribuye potencialmente al colapso de una bocamina operada por la Minera Tungsteno Málaga SAC, aunque también se sospecha de la minería informal en la zona.

El problema ha generado preocupación en la población local, que ha notado cambios en la coloración del agua y ha sufrido restricciones en el suministro de agua potable. Las organizaciones y activistas ambientales han criticado la respuesta del Estado, señalando fallos en el control y remediación de la contaminación minera, y exigiendo una intervención más efectiva y la declaración de una emergencia ambiental en la región afectada.

El desastre no es un hecho aislado, sino parte de un problema crónico relacionado con la minería en la región, que ha contaminado las aguas durante años. Los expertos advierten que la salud de la población podría haber sido afectada desde hace tiempo, y llaman a una acción multisectorial urgente para abordar el problema y sancionar a los responsables.