Hace 30 años, el 21 de diciembre de 1994, el Popocatépetl, uno de los volcanes más emblemáticos de México, volvió a entrar en actividad después de casi un siglo. La primera gran fumarola cubrió de ceniza la capital de Puebla y sus alrededores, sorprendiendo tanto a habitantes como a alpinistas que solían escalar hasta su cráter. Este evento obligó a las autoridades a implementar un protocolo de emergencia y evacuación, aunque inicialmente el gobernador del estado se encontraba fuera del país.

La madrugada del 22 de diciembre, cerca de 20,000 personas de comunidades cercanas como Calpan y San Nicolás de los Ranchos fueron evacuadas bajo el Plan DN3, liderado por el Ejército Mexicano. La falta de infraestructura complicó la evacuación, exponiendo las condiciones de pobreza de muchos afectados, quienes experimentaron en los albergues situaciones inéditas como consumir leche por primera vez o disfrutar de una cena navideña especial.

La tragedia también despertó una ola de solidaridad en la población, que donó víveres, ropa y juguetes. Esto permitió que cientos de niños, muchos de los cuales vivían en la pobreza extrema, recibieran regalos por primera vez durante la temporada de Reyes, dejando un legado de unión en medio de la adversidad.