Los vientos de Santa Ana son ráfagas fuertes y secas que soplan desde las áreas desérticas de la Gran Cuenca hacia el sur de California. Estos vientos, que pueden igualar la fuerza de los huracanes, son comunes en invierno pero pueden ocurrir en otras épocas del año, intensificando los incendios forestales en la región. Este año, fenómenos como los incendios Eaton y Palisades han devastado cerca de 20,000 acres, obligando a evacuar a más de 70,000 personas debido a la combinación de vientos extremos y condiciones atmosféricas inusuales.
El Servicio Meteorológico Nacional ha registrado ráfagas de hasta 100 mph, lo que dificulta el trabajo de los bomberos. La sequedad y fuerza de los vientos, que provienen de Nevada y Utah, aumentan su capacidad de propagar incendios rápidamente. Además, el cambio climático podría estar exacerbando estas condiciones, aunque aún no hay consenso científico al respecto.
Los vientos de Santa Ana se forman por la presión alta en la Gran Cuenca, que fuerza el aire a salir por pasos montañosos, intensificando su velocidad. Este año, las ráfagas no siguieron su trayectoria habitual, lo que generó vientos más destructivos al descender directamente sobre la región afectada.
A pesar de ser un fenómeno natural recurrente, los vientos de Santa Ana representan un desafío continuo para las comunidades y los equipos de emergencia en el sur de California, especialmente durante temporadas de incendios.