Migrantes que esperan en la frontera norte de México para cruzar a Estados Unidos denunciaron que han aumentado las agresiones de la Guardia Nacional de Texas, a la que acusan de dispararles balas de goma y gas pimienta, incluso cuando están del lado mexicano. Los extranjeros varados en Ciudad Juárez expresaron a EFE que se sienten «acorralados» porque la Guardia Nacional de Texas les dispara desde el lado estadounidense, mientras que en el lado mexicano enfrentan el riesgo de ser secuestrados por el crimen organizado o detenidos por el Instituto Nacional de Migración (INM). Entre ellos está el venezolano Francisco Galicia, quien trabaja desde hace un año en Juárez, pero no ha conseguido cita con las autoridades estadounidenses para solicitar asilo. Por ello, decidió cruzar por el río Bravo a la altura de la puerta 40, donde los agentes texanos lo han atacado con balas de gas pimienta. “Los policías de allá de El Paso tienen pistolas con gas pimienta, ahorita al Ejército (la Guardia Nacional de Texas) también le dieron y ahorita no nos podemos acercar ahí porque nos disparan. Son unas bolitas que, si se revientan en el cuerpo de uno, pica, arde la cara, se ahoga uno, se ahogan los niños”, narró Galicia. El venezolano indicó que los agentes texanos «tiran hasta bombas lacrimógenas», pero aún así prefieren arriesgarse porque los migrantes también temen a los secuestradores en México. “Piden hasta 2 mil o 3 mil dólares. Hasta la mamá de uno puede vender su casa para que lo puedan soltar a uno, para poder pagar la libertad”, expuso el suramericano.

Entre barreras y hostilidad

Las acciones de las autoridades texanas ocurren pese a que el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó la semana pasada que el gobernador de Texas, Greg Abbott, ha estado “moderado” de forma reciente porque antes tenía una política “muy agresiva” contra migrantes y mexicanos. También suceden en medio de crecientes operativos para frenar a los migrantes en Estados Unidos y México, donde tan solo en el primer trimestre de 2024 la migración irregular interceptada por el gobierno mexicano creció cerca de 200 por ciento anual hasta casi 360 mil. López Obrador y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acordaron a finales de abril “trabajar juntos para implementar de inmediato medidas concretas con el fin de reducir significativamente los cruces fronterizos irregulares y al mismo tiempo proteger los derechos humanos”. Elizaul Campos, de Venezuela, denunció que él también ha sido víctima de agresiones de las autoridades texanas, que también son hostiles con los menores de edad. “No importa que tengan niños, les disparan, golpean a las mujeres. Aquí se ve todo, muchas madres desesperadas, mucha gente golpeada, se ve de todo. El tren se iba volteando, a unas personas las secuestraron, se ve de todo, pero bueno (hay que ir) para adelante”, señaló el hombre. Contó que, tras caminar desde la capital del estado Chihuahua a Ciudad Juárez, llevan en el río Bravo cinco o seis días esperando cruzar, comiendo una vez cada dos días y con raciones limitadas de agua por el riesgo que implica regresar a las tiendas mexicanas cercanas a la frontera. “Nos insultan, nos dicen cosas, pero estamos sin poder decir nada, estamos aquí ilegalmente, dicen ellos. A cada ratito nos disparan, quedan muchos niños llorando. A uno le pegaron por aquí y eso es lo que no se quiere, uno les dice que se calmen, pero no tienen compasión con ningún migrante”, lamentó.