Tras los recientes ataques de Estados Unidos a instalaciones nucleares en Irán, el presidente Donald Trump enfrenta posibles consecuencias económicas, especialmente por el riesgo de un aumento en los precios del petróleo y la gasolina. La preocupación radica en que Irán podría tomar represalias cerrando el estrecho de Ormuz, una vía clave para el comercio mundial de crudo. Esto afectaría no solo a EE. UU., sino también a otras economías como China, que dependen de ese suministro energético.

Trump expresó su inquietud en redes sociales, exigiendo mantener bajos los precios del petróleo y ordenando un aumento en la producción nacional. Al mismo tiempo, prepara la implementación de aranceles comerciales que, junto al posible incremento en los costos energéticos, podrían generar un nuevo periodo de inflación y afectar el poder adquisitivo de los hogares estadounidenses. Analistas advierten que esta combinación de tensiones geopolíticas y comerciales podría impactar en el crecimiento económico global.

La Reserva Federal y economistas internacionales se mantienen atentos a los efectos del conflicto en los mercados. Aunque los precios del petróleo se estabilizaron tras el ataque, persiste la incertidumbre sobre la duración del conflicto y sus consecuencias. Trump, por su parte, ha prometido tomar medidas ejecutivas para frenar el impacto económico si fuera necesario, mientras funcionarios como el secretario de Energía y el Consejo Económico Nacional aseguran estar listos para responder.