Un reciente estudio publicado en Palaeontologia Electronica sugiere que el megalodón, el tiburón prehistórico más grande conocido, podría haber tenido una forma más esbelta de lo que se pensaba. Hasta ahora, se asumía que este depredador tenía una estructura similar a la de un gran tiburón blanco, pero los investigadores, liderados por Kenshu Shimada, han analizado fósiles y comparado su anatomía con 170 especies de tiburones modernos y extintos, llegando a la conclusión de que su cuerpo podría haber sido más hidrodinámico y alargado.

El estudio también presenta una nueva estimación de tamaño para el megalodón, elevando su posible longitud máxima hasta 24,3 metros, casi el tamaño de una ballena azul. Esta conclusión se basa en fósiles de vértebras encontradas en Bélgica y Dinamarca, las cuales superan en tamaño a estimaciones previas. Además, se propone que los recién nacidos de esta especie eran los más grandes en la historia de los peces, midiendo entre 3 y 4 metros al nacer.

Sin embargo, algunos paleontólogos, como Jack Cooper, advierten que estas hipótesis deben tomarse con cautela hasta que se hallen esqueletos más completos. A pesar de las incertidumbres, el estudio refuerza la idea de que el megalodón fue una criatura única en su tipo, con características que lo diferenciaban de los tiburones modernos y un posible metabolismo de sangre caliente que le habría permitido cazar en aguas frías.