Abu Mohammad al-Jolani, líder de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), enfrenta un momento crucial en la historia de Siria tras la sorprendente caída del régimen de Bashar al-Assad. Si bien el Departamento de Estado de EE.UU. mantiene una recompensa por su captura, al considerarlo un terrorista desde hace más de una década, Jolani se presenta como un líder diferente al asociar su grupo con gobernanza local y servicios básicos en lugar de una agenda global yihadista como Al Qaeda o ISIS.

Jolani, quien comenzó su carrera como combatiente contra las fuerzas estadounidenses en Iraq y luego lideró el Frente al-Nusra, ha intentado distanciarse de su pasado vinculado a Al Qaeda. En una reciente entrevista, enfatizó su madurez y su compromiso con la convivencia de minorías religiosas como alauitas y cristianos, algo que contrasta con los patrones de violencia sectaria de otros grupos extremistas. Sin embargo, la comunidad internacional observa con cautela si su liderazgo será inclusivo o una estrategia temporal.

Estados Unidos, mientras tanto, mantiene su presencia en Siria y ejecuta operativos contra células de ISIS en el país, evidenciando que el futuro político y militar de Siria aún está en juego. Las decisiones de Jolani respecto a gobernanza, reconciliación y minorías serán fundamentales para determinar si el país puede evitar un colapso como el que siguió a la caída de dictadores en Iraq y Libia.