La semana pasada, Estados Unidos detuvo un envío de bombas a Israel ante la inminente decisión del país de lanzar un asalto a gran escala en Rafah, una ciudad en el sur de Gaza, en contra de los deseos de Washington, según informó el secretario de Defensa, Lloyd Austin.

«En estos momentos estamos revisando algunos envíos de asistencia de seguridad a corto plazo en el contexto de los acontecimientos que se desarrollan en Rafah», afirmó el jefe del Pentágono durante una comparecencia en un subcomité del Senado. «Nos gustaría evitar combates importantes en Rafah, pero nuestro enfoque principal es asegurarnos de proteger a los civiles», añadió, reiterando la postura que Estados Unidos ha mantenido durante semanas.

Este paso era una demanda de los sectores del Partido Demócrata considerados progresistas, que se oponen a la guerra de Israel en Gaza. Hace aproximadamente un mes, unos 40 legisladores, junto con la influyente ex presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, instaron a la Casa Blanca a tomar esta medida en respuesta a un ataque israelí que resultó en la muerte de siete trabajadores de la ONG World Central Kitchen.

El secretario de Defensa no proporcionó detalles sobre el contenido del cargamento retenido, pero indicó que se trata de «municiones de alto calibre». Según informes de la CNN, se trataría de un paquete que incluye 3,500 bombas, entre ellas 1,800 de 907 kilos de peso y 1,700 bombas de 226 kilos. Estados Unidos está particularmente preocupado por el uso que Israel pueda hacer de las bombas más pesadas en áreas densamente pobladas.

Austin explicó que «se trata de tener los tipos correctos de armas para la tarea en cuestión. Una bomba de pequeño diámetro, que es un arma de precisión, es muy útil en un entorno denso y urbanizado, pero tal vez no lo sea tanto una bomba de 2 mil libras que podría ocasionar muchos daños colaterales».